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Hace poco pasé unos días mágicos en Aruba y me fui con el corazón completamente lleno. Principalmente de deliciosos chips de plátano.
Pero también me llevé el corazón lleno de sol y una nueva admiración por la belleza de la isla.
La brisa. El agua vibrante. Y ni hablar de su gente, que te hace sentir parte del lugar desde el primer momento. Todo fue tan renovador. ¿Y lo mejor? Es muy fácil dejarse llevar por un ritmo de viaje consciente y responsable. De esos que honran la tierra, a sus habitantes y el legado de esta isla.
Así fue como pasé tres días de ensueño en Aruba.
Check-In: Boardwalk Boutique Hotel
Llegamos y nos registramos en una casita encantadora en el Boardwalk Boutique Hotel, y de inmediato sentimos que podíamos respirar tranquilos. El lugar es una antigua plantación de cocos convertida en un refugio lleno de vegetación, con duchas al aire libre y hamacas que prácticamente te ruegan que te quedes un rato más. Además, sus esfuerzos en sostenibilidad están en otro nivel. Ya te contaré más sobre eso.
Chapuzón al atardecer en Palm Beach
A solo unos pasos, caminamos hacia Palm Beach para darnos un baño en ese mar azul bebé espectacular. Luego, vimos los últimos rayos del sol desde una cabaña frente al mar.
Cena: Olivia’s Mediterranean Restaurant
Nuestra primera cena fue en Olivia’s, un restaurante que te transporta a un patio lleno de plantas en Oranjestad. ¿El róbalo y el rack de cordero? Una locura. Se especializan en darle un giro fresco y creativo a los clásicos del Mediterráneo. El ambiente se sentía como una cena en casa de un amigo con mucho estilo. ¿Qué podría ser mejor?
Caminata matutina: Sendero de Hooiberg
Nos despertamos temprano para subir el Hooiberg (lleva agua y tenis cómodos… ¡es corta pero muuuy empinada!). Lo bueno es que hay una escalera bien definida, así que puedes verlo como un gran entrenamiento. Desde la cima, literalmente puedes ver toda la isla. Fue una vista increíble.
Visita a media mañana: Donkey Sanctuary Aruba
Puede que nunca me recupere emocionalmente del Donkey Sanctuary. Estos ángeles tiernos y cariñosos han sido parte de la cultura arubiana por más de 500 años. Había un burrito bebé que me robó el corazón. Nos contaron que, si un burro crea un lazo contigo, te recuerda la próxima vez que te ve... así que espero que eso sea cierto cuando volvamos algún día. Sin duda, uno de los momentos más especiales del viaje.
Almuerzo: Zeerover’s
Fuimos a Zeerover’s, un restaurante informal junto al muelle donde pides pescado y camarones por libra. Es sencillo y 100 % fresco: lo pescan, lo fríen y te lo sirven el mismo día. Honestamente, mi almuerzo ideal cuando viajo.
Tarde: Piscina y ron
Después de relajarnos un rato en la piscina del Boardwalk, nos fuimos a Pepe Margo Distillery. La cata de barril y el recorrido dentro de una casa tradicional restaurada hicieron que todo se sintiera como un rinconcito secreto y sagrado en Oranjestad. La cata de ron fue divertidísima (mi favorito fue el de coco) y el personal lo hizo aún más especial..
Cena: Taste My Aruba
Terminamos el día cenando en Taste My Aruba, un restaurante acogedor y familiar que utiliza ingredientes locales. Probé el pescado del día con arroz, frijoles y plátanos, y también me encantó la pasta con camarones estilo cajún. Si pudiera comer del mar al plato todos los días, lo haría sin pensarlo.
Desayuno: Huchada Bakery
El viernes comenzó en Huchada, una panadería local ubicada en una casa tradicional cunucu. Probé el pastechi por primera vez, imagina una masa hojaldrada rellena de queso o carne. ¡Quedé obsesionada!
Tour de sostenibilidad en Boardwalk
Después, nos encontramos con nuestra encantadora guía de Boardwalk para hacer un recorrido por sus jardines regenerativos y conocer sus iniciativas ecológicas. Han creado algo verdaderamente especial aquí: paneles solares, sistemas de aguas grises, materiales locales… todo sin perder ese ambiente mágico y relajado. Se sintió increíble apoyar un lugar que realmente practica lo que predica en cuanto a turismo responsable.
Almuerzo: Kamini’s Kitchen
Kamini’s Kitchen fue una recomendación increíble de un local. Pedimos roti de cabra, roti de pollo y camarones al ajo, ¡y cada plato fue espectacular!
Tarde: Paseo en barco (con Delphi Watersports)
Terminamos el día con un paseo en barco por la costa de Aruba. Ya habíamos escuchado sobre muchas de las playas hermosas, y muy diferentes entre sí, desde Arashi hasta Eagle Beach y Mangel Halto, y esta fue la mejor forma de verlas todas. Era temporada de campamentos, así que fue muy divertido ver a muchos locales acampando cerca de la playa Arashi, junto al agua cristalina. Nuestro guía incluso nos llevó a ver y hacer snorkel alrededor de un barco hundido, que probablemente fue la parte favorita de mi esposo. ¡Increíble!
Cena: Chef Antonio’s
Nuestra última cena fue en Chef Antonio’s, y fue toda una experiencia. Es un restaurante peruano íntimo, escondido en una casa sin letrero —así que hay que buscar bien para encontrarlo, pero vale totalmente la pena. Pedí el ceviche de mero y todavía lo tengo en la cabeza… aunque el menú está lleno de platos tradicionales peruanos con un toque fresco caribeño. Fue la forma perfecta de cerrar el viaje.
Desde limpiezas de playas hasta el uso de bloqueadores solares amigables con los arrecifes, pasando por apoyar negocios familiares, este viaje fue un recordatorio de que viajar puede ser hermoso y respetuoso a la vez.
Es fácil enamorarse de Aruba, pero la verdadera magia sucede cuando la amas de vuelta.
Hasta la próxima,
April